HORMIGÓN, MEJOR DE KILOMETRO 0

La compra de hormigón no es una cuestión de temporada o de tendencia, sino que debe responder a unas características técnicas claras y bien definidas. Por tanto, es conveniente que nos acostumbremos a optar por un producto local y de calidad.

Cincuenta kilómetros, esa es la distancia máxima que deberían recorrer nuestros hormigones.

La colocación del hormigón en obra debe llevarse a cabo antes de percibir un inicio de fraguado o endurecimiento de la mezcla, el cual comienza a producirse, a una temperatura normal de unos veinte grados, en torno a una hora después de su fabricación y amasado, por lo que resulta de vital importancia reducir al mínimo los tiempos desde el inicio de este proceso hasta la colocación en el lugar de trabajo.

Para ello, se puede optar bien por un amasado en central a pie de obra, o bien por amasado en central externa y posterior transporte. Para esto, hay que contar con una amasadora móvil, en la que se mezclan las distintas fases a velocidad de régimen y se transporta posteriormente girando a velocidad de agitación para evitar una pérdida de homogeneidad que resultaría en perjuicio de las cualidades exigidas en un principio a la dosificación propuesta.

La distancia máxima para estos recorridos no debe exceder de cincuenta kilómetros, el amasado de al menos cuarenta minutos mientras el camión hormigonera hace el viaje del suministro antes de la puesta en obra el cual resulta idóneo, lo cual permite mantener un cierto margen de seguridad entre el momento de mezcla y el de colocación de al menos veinticinco minutos antes y después del viaje.

Este margen de tiempo puede ser definitivo a la hora de garantizar una contención de gastos en la ejecución de estructuras organizando los cálculos de tiempos en la obra, ya que un inicio de fraguado antes de la colocación debe implicar el rechazo de la partida completa, con el importante agravio económico que esto supone para el constructor.

Por otro lado la contención en las distancias de transporte derivan en una reducción de costes en este concepto, lo cual permite obtener precios más competitivos que si se optase por adquirir hormigones en centrales más alejadas.

Además, esta restricción en la duración del transporte resulta especialmente interesante en épocas muy calurosas, ya que una mayor temperatura y sequedad del ambiente acelera la velocidad de fraguado, por lo que un viaje reducido permitirá evitar el uso de aditivos retardadores, los cuales, además de implicar un mayor coste, pueden afectar negativamente a la resistencia final del hormigón e incrementar su retracción.

Cincuenta kilómetros, esa es la distancia máxima que deberían recorrer nuestros hormigones: una regla que favorece la economía local, pero sobre todo la calidad, la fiabilidad de los resultados prescritos y la economía de la obra.

Autores

R. Marcos + AJO ARQUITECTOS

Bibliografía

GÓMEZ L., M.S. y VIDAL A., S. (2006): «Influencia en la Resistencia a Compresión de Hormigones por Efecto de la Temperatura Ambiente», en Revista De La Construcción, vol. 5, nº 1, pág. 56-61.

JIMÉNEZ MONTOYA, PEDRO (2001): Hormigón Armado, Gustavo Gili, Barcelona.

TOBÍO, J.M. (1968): «Resistencia del Hormigón en Estructuras Terminadas», en Informes De La Construcción, vol. 21, nº 203, pág. 57-74.

http://dx.doi.org/10.3989/ic.1968.v21.i203.3850 (accessed 06-11-2017).